Los dos protagonistas de esta novela ejemplar, los discretos perros callejeros Cipión y Berganza, que fueron bendecidos por el don del habla durante una noche, cosa sobrenatural y jamás vista, no pudieron gozar de los adelantos que disfrutan sus actuales congéneres de cuatro patas del siglo XXI, muchos de ellos empachados de confort, consentidos como niños mal criados y colmados de atenciones y prozac por sus rendidos dueños, situación que se da en estos tiempos actuales en que el tan nombrado estado del bien estar humano parece que se desangra por las continuas puñadas que le han dado los bípedos de diversas variedades y especies, pecando de malicia y no “escusándose” con ignorancia. Los viejos perros Cipión y Berganza a lo largo de su periplo han observado desde su mudez toda la condición humana, toda la miseria, todo lo ridículo de los bípedos, y antes de que se les acabe la noche y les desaparezca el don del habla cuentan la realidad auténtica: que los lobos son los pastores, que la defensa ofende, que las centinelas duermen, que la confianza roba y el que os libera os mata.