Este viaje del monstruo es mi propio viaje a través de los escenarios donde todavía se celebran los vestigios de la gloria irrepetible del Siglo de Oro español.
El público me hizo monstruo fiero por necesidad y así cumplí con mi parte de la herencia. Soy un bululú.
A través de una loa de Lope de Vega circulan mis memorias por la escena. Sobre el yunque de los textos yo le di golpes al fuego, como Vulcano, y me los gané para mí, con el sudor de mi frente, como Adán. Lope, Quevedo, Cervantes, los místicos, Shakespeare, Calderón… invocando la belleza por los pueblos, ellos me han nutrido con su leche… En realidad, ella es la única diosa que puede convertirnos en lo que realmente somos. Estos textos han sido mis plegarias. Ahora vengo con ellas a «la corte», trasmudados en la hermenéutica de mi pellejo. A veces son vino exquisito y otras un caldo peleón. Por ello pido, pues, benevolencia, como conviene a la costumbre, según el ritual.
En este caso, el favor no es para la comedia sino para el que detenta la palabra, el único soporte de la acción: ¡el actor!
Que ustedes lo disfruten.
Se levanta el telón.
Voy dando las gracias, que ya comienza la función.
Rafael Álvarez EL BRUJO