Juan Salvador trabaja como tramoya en un teatro. Juan Salvador ordena, ordena y ordena. Ordena un camarín, ordena pañuelos, algodones, pinceles... Juan salvador se confunde: imagina que los pañuelos son palomas, y los algodones se convierten en bombas en sus manos. De tanto ordenar e imaginar el camarín es de repente la luna, el fondo del mar, o una mansión tenebrosa. Juan Salvador vive, en su imaginación, aventuras maravillosamente absurdas que no siempre tienen final feliz y que casi siempre terminan provocando algún desastre al regresar a la realidad. Juan Salvador se decepciona, y sigue ordenando como le ordenaron. ¿Podrá Juan Salvador dejar el camarín limpio? ¿Podrá estar a la altura de los insistentes llamados de su jefe? ¿Será capaz de dejar de lado su imaginación y volver a su trabajo? Juan Salvador se atreve a leer el texto de teatro que está en la mesa del camarín, comienza así: Juan Salvador trabaja como tramoya en un teatro. . He aquí el relato de un inútil que puede convertir motas de polvo en palomas mensajeras. Incapaz de aplastar a un mosquito amigo. Es la historia de un cerebro diminuto lleno de planetas extraños, de chicles globo aerostático, de jefes monstruo. Un cuento silencioso enmarcado en parajes imaginarios insólitos. Lugares en los que es posible que una gotera inunde una habitación de la que hay que salir nadando, universos en los que uno puede caerse de la luna, a la que previamente subió por una escalera de teatro... Este es el mundo de Juan Tramoya, que cuida un teatro desde que tiene recuerdo. Un hombre con una imaginación desbordante, de la que nadie tiene noticia. Un ser invisible que quiere ser actor, pero nació torpe como un cerrojo... Nació tramoya, como su padre, como su abuelo. Juan Salvador Tramoya es una fábula tragicómica sobre lo que somos, lo que queremos ser y lo que podemos ser. Es la gesta epicómica de un hombre sencillo que quiere volar.