La guerra y la barbarie, solsticios y equinoccios que vuelven una y otra vez, destruyendo vidas, desgarrando almas, mirando la propia esencia del ser humano. No importa el lugar ni el tiempo. La memoria es frágil. La humanidad se copia a sí misma. El horror se repite, las lágrimas tienen el mismo sabor aquí y allá, pero el reparto del dolor nunca es igual. La ración para los débiles siempre es mayor. Nuevamente el teatro vuelve sobre un tema tan universal, tan antiguo, tan presente. La ciudad sitiada muestra sin edulcorantes la muerte, la vida, y la muerte en vida de los seres humanos en tiempos de guerra. Como en un macabro álbum de heridas, los personajes deambulan delante de nuestra vista invitando a la reflexión. Delante del espectador sucede un "desfile" tan duro como hermoso. La belleza de las palabras y la fuerza de las imágenes son tan precisas para la tragedia, como las trágicas vidas que se exponen o como el humor negro, que salpica la obra en algún instante. Laila Ripoll nos da la oportunidad de crecer como ser humanos. "La ciudad sitiada", como buen teatro, nos ofrece la oportunidad de ser mejores personas.
CAFÉ AURIENSE, FUNDACIÓN JUAN SOÑADOR, C.R.D.O. RIBEIRO, ACPP (ASEMBLEA DE COOPERACION POLA PAZ)