El dragón de nuestra pieza no es un dragón de lo corriente. Se trata del último de su especie. Porque los tiempos en los que los dragón eran tan corrientes como el sonido ahora los autobuses ya pasaron cuando comienza nuestro espectáculo. Será por eso que cuando la princesa y el niño Telmo se acercan al fondo de la cueva donde vive para acabar con él y cumplir así la tradición, nuestro amigo se niega a moverse: “Para que voy yo querer una princesa? Ni siquiera se me ocurriría comer una cosa tan horrible”, dice el gigantesco asombro. A La princesa Celia tampoco le complace pasar a la historia como la causante de la extinción definitiva de los dragón y, mucho menos, tener que ser rescatada por un príncipe. Todos los que conoce son bastante tontos y, desde luego, mucho menos hábiles que ella con la espada. Bajo una estructura clásica, releyendo e inspirándonos en autores como Y. Nesbit o Kenneth Grahame, construimos una broma en la que nada es lo que parece. En tiempos de caballeros y torneos a princesa Celia, su amigo Telmo, príncipe interino y nuestro dragón protagonizan una historia de amistad, reivindicando el pacifismo y la ternura como fórmula ideal de relacionamento. Ambos autores comparte en su obra ingredentes para gustar a la toda la familia: personajes heroicos, ser fantásticos, niños valientes, acción y sorpresa? y subrayan en sus historias a defensa de la convivencia para resolver conflictos y el poder enriquecedor de la cultura.