“¿Es cosa mía o nos estamos volviendo gilipollas?” Esta frase la hemos oído mil veces, incluso la hemos dicho. Es una frase hecha. Pero, ¿y si fuera verdad? ¿Y si de repente estudios revelasen que esto es así? Que cada día somos más tontos. Que el cerebro nos ha hecho unfollow. Que los del Starbuck’s lo saben y por eso te cobran el doble por un café que no te sirven. Que alguien en un despacho se está descojonando porque nos ha hecho creer que llevar los líquidos en botes pequeños en un avión es el secreto de la paz mundial. Si alguna vez has pensado en esto, si cada día ocurre algo que te hace pensar en si realmente eres tú el tonto o esa persona que tienes enfrente se merece un puñetazo en la garganta, ya sea el de enfrente un dependiente maleducado o una entidad bancaria al completo. Y sobre todo, si crees que si drogan a un mono con viagra y atan a un árbol a una persona medio normal y a una medio gilipollas, el mono saciará su deseo con la segunda porque la siente evolutivamente más cercana, es muy probable que te interese “El umbral de la estupidez”. No se habla de ningún remedio para que la cosa cambie, pero sí de lo que hay que hacer para que un mono drogado no note que eres tonto. Que no es poco.