Considerado uno de los grandes del teatro europeo y venerado en el centro del continente, el alemán Tankred Dorst firmó en 1991 un texto conmovedor sobre todos aquellos que no consiguen ser protagonistas, sobre la necesidad de las segundas oportunidades y, en general, sobre la ausencia de generosidad en el mundo de hoy. Para hacerlo, nos muestra las crisis, sociales y personales, que nos obligan a reinventarnos, a buscar una nueva versión de nosotros mismos. Es lo que se ve obligado a hacer Feuerbach, un actor maduro con grandes cualidades que, aun así, busca trabajo. Tendrá que pedírselo no a un director de teatro, sino a su ayudante, un joven inexperto que acaba de llegar al mundo del espectáculo y que nos hará pensar en la forma en que funciona el mundo de hoy. Cinismo, humor, fuerza, delicadeza... Son algunas de las armas que utilizará Feuerbach para intentar seducir a su joven antagonista, en un ejercicio de talento que se aproxima al patetismo y que genera, a la vez, ternura y humor. El conjunto es un ejercicio de poesía emocional que nos habla de las grandezas y las miserias de la condición humana mediante el trabajo de un actor excepcional, Pedro Casablanc, que asume uno de los grandes retos de su carrera. Dirige la función Antonio Simón, profesor del Institut del Teatre y director de escena con una larga trayectoria que ya ha pasado por el Grec en seis ocasiones, la última de ellas en 2014, cuando puso en escena la pieza Bartolomé encadenado, de José Sanchis Sinisterra.